Poesía - Federico García Lorca

EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

Amor de mis entrañas, viva muerte
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

EL POETA DICE LA VERDAD

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tu me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

LLAGAS DE AMOR

Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnalda de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia,
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.