Relato: Estudiantes con marcha

-La tengo dura -susurró Hipólito, inclinando su enorme hombro hacia mí. Estábamos sentados en un pupitre doble, en la clase de historia.

No podía arriesgarme a devolverle el saludo. Los ojos del profesor eran muy agudos, a pesar de sus sesenta años. El Sr. Vilas era muy duro con los chicos que hablaban en las filas de atrás; así que inocentemente garabateé "Y eso ¿Por qué?", en una hoja limpia de la libreta y se la pasé sobre la maltratada superficie de madera, con los ojos clavados en el profesor; que estaba sonriendo con una mueca a lo Mussolini, tras haber hallado un paralelismo entre el senado de Roma en tiempos de Cicerón y el actual gobierno.

Hipólito me contestó con letras muy grandes: "¡Porque tengo una edad muy mala, Pellizcos!".

Bueno, mierda, también yo tenía esa edad, tampoco podía controlar mi polla; se me ponía dura como un taco de billar cada vez que me echaba de espaldas o cuando notaba una vibración en el culo, como cuando nos sentábamos en el autocar, con el motor en marcha. ¡Cielos, en muchas ocasiones incluso me corría en los pantalones!; pero, ¿en la clase de historia...?

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